
Por qué tu equipo no está comprometido
Del equipo reactivo al equipo con responsabilidad compartida
¿Te ha pasado que sales de la clínica un viernes por la tarde, agotado, con la sensación de que has tirado tú solo del carro otra semana más?
Y te preguntas en silencio:
¿Por qué mi equipo no se implica como yo? ¿Es que no les importa?
Pero lo que de verdad te duele es esta frase que nunca dices en voz alta:
“Estoy pagando sueldos a personas que solo hacen lo justo… cuando lo hacen”.
Lo que ves… y lo que no ves
En el día a día, lo que se ve es claro:
- Gabinetes sin recoger.
- Tareas importantes que se posponen.
- Falta de iniciativa para resolver imprevistos.
- Un equipo que espera a que les digas qué hacer en vez de anticiparse.
Pero lo que no se ve es aún más peligroso:
- La desmotivación silenciosa.
- El pensamiento de “no es mi problema”.
- La desconexión emocional con el proyecto.
- La ausencia total de visión compartida.
El compromiso no se exige, se cultiva
Aquí va una verdad incómoda:
Un equipo no comprometido no es (solo) culpa del equipo.
Muchas veces, es el resultado de un sistema mal diseñado.
Porque nadie se siente parte de algo si:
- No sabe hacia dónde va la clínica.
- No entiende su impacto real en los resultados.
- No recibe feedback (ni bueno ni malo).
- No siente que su esfuerzo tiene un sentido mayor.
Y mientras eso no cambie, da igual cuántas formaciones hagas, qué tan bien pagues o si organizas cenas de empresa. El equipo solo actuará por reacción, no por responsabilidad.
¿Qué diferencia a un equipo reactivo de uno con responsabilidad compartida?
| Equipo reactivo | Equipo con responsabilidad compartida |
|---|---|
| Hace lo justo | Piensa en el paciente y en la clínica |
| Cumple horarios | Busca resultados |
| Espera indicaciones | Propone y ejecuta mejoras |
| Se enfoca en tareas | Se enfoca en objetivos |
| No pregunta por qué | Entiende el para qué |
Cómo empezar a transformar tu equipo desde ya
Aquí van 5 acciones sencillas pero poderosas para dar el primer paso:
- Reúnete y cuenta la verdad: comparte los objetivos reales del mes, los números y los desafíos. Hazlos parte de la visión.
- Define expectativas claras por rol: no es lo mismo “ayudar al doctor/a” que “asegurar que cada gabinete queda preparado en 7 minutos entre pacientes”.
- Crea una rutina de revisión semanal: ¿cómo fue la semana?, ¿qué se puede mejorar?, ¿qué funcionó? Si no se mide ni se habla, no existe.
- Haz visible lo invisible: reconoce logros pequeños, da feedback, celebra la actitud y el compromiso, no solo los resultados.
- Comparte el éxito (y la presión): cuando el equipo entiende que el crecimiento también es suyo, aparece una energía nueva.
Un recordatorio para cerrar
Si estás liderando una clínica con gente poco comprometida, quizá has creado sin querer un sistema donde no se necesita el compromiso para sobrevivir.
Pero puedes rediseñarlo.
Puedes cambiar las reglas del juego.
Y cuando eso pasa, no solo cambia el equipo.
Cambias tú.